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Mommy, can I go out and kill tonight? Especial Halloween.

octubre 28, 2011

A los jóvenes, y relativamente jóvenes, siempre nos han gustado los muertos. Los zombis, la sangre, el desprecio por la vida o las fotos de Sharon Tate. Esa obsesión por lo macabro, herencia de un espiritu victoriano pasado de tuercas, alimentada por los medios y servida como plato diario es lo que ha hecho de Halloween una fiesta popular en el país más cutre de la Europa civilizada. Pero tengo que reconocer que me gusta, como me gustan los funeral dinners anglosajones y esa sensibilidad infinita de honrar a los muertos disfrutando como ellos nunca más podrán. Nuestro Todos los Santos no es muy diferente a Halloween, es simplemente otra manera de acordarse de los que ya no están. España somos un país de luto eterno, somos un país atascado en La casa de Bernarda Alba, por eso optamos por enterrar los sentimientos bajo capas y capas de negro y nos solidarizamos con los muertos actuando como tales. Mientras en América los disfraces, las luces y los dulces invaden las calles y las casas, en España invadimos los cementerios, inundándolos con flores. Saludamos al más allá y volvemos a casa, a comer ligero. Es la misma fiesta, pero nosotros tenemos un siglo de retraso emocional y liberador. Así que sangre y visceras, por favor. Frivolicémoslo todo hasta convertir nuestros miedos en algo banal propio de nuestros tiempos.

Burn, witch, burn! (AKA The night of the eagle) (1962)

Dirigida por Sidney Hayers, esta es una de mis películas de terror favoritas. Tiene un nombre ideal para estas fechas, que nos trae a la mente la caza de brujas, aquelarres, hogueras devoradoras y su inevitable maldición, pero su nombre alternativo tiene mucho más sentido después de verla. El argumento está muy lejos del pentáculo, la cabra y la sangre de virgen. Lejos de películas como El hotel de los muertos o Arrástrame al infierno, la bruja en cuestión es adorable, un tipo poco habitual en el cine de género. Es una bruja buena, una ama de casa que usa sus conjuros y sus hechizos para proteger místicamente a su casa y a su família. Descendiente directa de una antigua estirpe de hechiceras medievales, nuestra protagonista hace uso de infinitos recuros para proteger lo que es suyo como romero, tomillo, insectos muertos, plumas de cuervo y demás superchería tradicional esotérica, relacionando directamente a lo femenino con lo profano y prohibido. Una bruja real, como probablemente fueron muchas de las mujeres quemadas en la hoguera. Pero a pesar de sus artes blancas y de la bondad de la protagonista, el argumento nos deja claro desde el primer momento la presencia de las artes ocultas y del innombrable diablo en las practicas nocturnas y cotidianas de nuestra bruja.

El horror británico tuvo en películas como esta una clara alternativa al imperio dominante de Hammer y todo lo que le rodeaba, ya que evitaba a toda costa los elementos góticos tan de moda en el momento y se basaba en la luz del día, el llamado terror cotidiano y el uso de la magia para hacer el bien, luchando contra las fuerzas de la oscuridad, aspectos que luego tomaron otras películas, como La semilla del diablo. Es cierto que a medida que avanza el metraje, la influencia de Hammer se hace patente y aumentan los claroscuros tétricos, la estética gótica, la noche, la tensión y los mismos agentes del mal. A destacar el desenlace final, soberbiamente llevado, donde la poderosa e invisible amenaza va tomando forma hasta llevarnos a un clímax de infarto.

Burn, witch, burn! (1962)

Dead Skeletons – Dead Magick (2011)

Basándose en la máxima “Aquel que teme a la muerte no puede disfrutar la vida”, Dead Skeletons, y más concretamente Jon Samundur Audarson, han grabado una auténtica oda a la muerte terrenal y a la eternidad mística. El discurso conceptual de este grupo islandés es practicamente perfecto. Su música mezcla mis elementos favoritos en una misma canción: La psicodelia popular y los viajes espaciales de Spacemen 3, el espíritu gótico de cualquier cosa cercana a la muerte, la cafrería e hipnotismo de Suicide o el exotismo oriental intimamente ligado a la existencia en planos astrales alternativos y el alma eterna oriental usado por grupos como Brian Jonestown Massacre. Debemos darle cierto mérito a este último grupo, ya que Anton Newcombe de BJM es el padrino de estos escandinavos y,fue él el que editó su primero maxi en forma de 10” en su sello discográfico.

Los elementos que más se repiten en su aspecto gráfico, por decirlo de alguna manera, son ideales. La calavera. La omnipresente calavera o cráneo humano que aparece en todas sus portadas, en sus camisetas, en su logo, en su nombre, girando como loca en sus videos, emergiendo de un mar de lava, andando por las aguas o bailando entre los hombres, como una danza de la muerte de nuestros dias, llevándose con ella a cualquier persona que se ponga por delante.

Este disco tiene su pequeña historia. Se grabó hace casi dos años y recuerdo que cuando nos llegaron los primeros videos y no había manera humana de escuchar los singles en otro sitio que no fuera Youtube, andábamos como locos porque alguien dijera algo. Pero nada se sabía. No había fechas, no había página web, no habían conciertos ni datos ni nada que nos explicara qué demonios era aquello y de dónde había salido. Pero bien valió la espera, qué discazo.

Dead Skeletons

Ultramort.

Mi pueblo favorito es Ultramort, un pequeño pueblo de Girona, en la comarca del Baix Empordà, de 206 habitantes. Antiguamente llamado Ultramorte, la etímología del topónimo nos llega de Vulturiis mortuii, lo que le da más emoción al asunto. Como no podía ser de otra manera, el núcleo del pueblo se encuentra concentrado alrededor del castillo de turno, el castillo de Gleu, conocido como el castillo de las ventanas.

Cementerio civil de Ieper.

Ieper es un pueblecito belga, hogar del mítico festival Vortnvis, situado en la franja de Flandes Occidental y escenario de cuatro batallas en la Primera Guerra Mundial. También es tristemente célebre por ser allí donde los alemanes usaron gases venenosos como armamento químico por primera vez. Es por esa razón que este pequeño pueblo cuenta con cuatro bonitos cementerios. Tres de ellos, al más puro estilo americano, son enormes prades de verde hierba adornados con miles de cruces blancas donde descansan los muertos de dichas batallas, presididos por un gran arco de triunfo cerca de la plaza mayor donde en su interior están esculpidos en la piedra los nombres de los caidos. El cuarto cementerio es mi cementerio favorito. El cementerio cívil. Tuve la suerte, o llámenlo como quieran, de pasar 5 horas encerrado allí dentro con varios amigos y tengo que reconocer que el nombre de mi primer fanzine, allá por finales de los noventa, fue sacado del comercio funerario situado justo delante de su puerta principal.

No encontrarán ningún nicho en él y probablemente tampoco en ningún cementerio belga, sin contar los modernos camposantos de Brujas o Bruselas. A Bélgica, si algo le sobra, es espacio. Pero el de Ieper es especial, al menos para mí. Avenidas eternas de lápidas, cruces, panteones o criptas. Césped recién cortado. Altos muros. Me causó especial impresión la zona de los niños, sobretodo aquellas diez pequeñas tumbas, cada una con su foto en la lápida, formando un círculo perfecto, coronadas justo en medio por un gran obelisco acabado en cruz. Qué monumentos a la muerte. Qué sobria perfección. Y menudo hijo de puta el encargado que nos dejó encerrados allí dentro.

La Santa Compaña.

La Santa Compaña es un mito popular gallego, extendido también a ciertas zonas de Asturias, en el que una procesión de almas en pena o muertos vivientos, vestidos todos de riguroso blanco envueltos en sudarios y con velas encendidas en sus manos, que recorren con su andar errante y carente de vida el camino hacía la iglesia, visitando las casas donde pronto habrá una defunción. La procesión va presidida por un vivo y son muchas personas las que reconocen haberse encontrado con este desfile nocturno pasada la medianoche. Se dice que la persona vive que dirige La Santa Compaña no recuerda nada de lo acaecido la noche anterior. Es una especie de castigo y no se les permite descansar ni una sola noche, así que los síntomas más visibles son su extremada palidez, su enjuto rostro y su mal aspecto físico. Los espectros normalmente portan campanillas y se pueden escuchar sus rezos entre susurros. Pueden llevar a hombros un ataud, donde descansa el cuerpo astral de la persona que está viendo la aparición, aunque no todo el mundo tiene ese don. Solo algunas personas pueden ser testigos de La Santa Compaña, así como la mayoría de niños. De todos modos, no es un buen presagio verla, ya que siempre tendrá una relación con la muerte propia o la de alguna persona cercana. La aparición de la Procesión puede significar varias cosas. Una muerte cercana o la misma propia o el reproche por faltas cometidas. Si alguna de estas faltas fuera muy grave, la persona a la que se le aparece esta caravana de difuntos podría ser condenada a encabezarla hasta que encuentre a alguien para sustituirla. Según la tradición, para evitar ser visitados por estos indeseables, hay varios métodos a seguir. Mi favorito es el último:

. Apartarse del camino de la compaña, no mirarles y hacer como que no se les ve.

. Hacer un círculo con la estrella de Salomón o una cruz dentro y entrar en él.

. Comer algo.

. Rezar y no escuchar la voz ni el sonido de la compaña.

. Tirarse boca abajo y esperar sin moverse, aunque la compaña le pase por encima.

. Jamás tomar una vela que nos tienda algún difunto de la procesión, pues este gesto condena a . formar parte de ella.

. En último caso, echar a correr muy rápido.

2 comentarios leave one →
  1. davelooper permalink
    octubre 28, 2011 1:15 pm

    Qué placeraco cuando el RSS me da tu toque. |||_|||

  2. octubre 30, 2011 3:50 am

    Planificando los próximos días, alguno lo pasaremos en un cementerio toda la noche, aquí en mex es como ir a la playa.
    A ver qué me encuentro, pero me llevo a los Dead Skeletons, suenan muy apropiados.

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